La señora Smithson, de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses) resolvió matar a su marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se lo dijo:
-Thaddeus, voy a matarte.
-Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz.
-¿Cuándo he bromeado yo?
-Nunca, es verdad.
-¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
-¿Y cómo me matarás? -siguió riendo Thaddeus Smithson.
-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sisema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla librado de ser una asesina. (Marco Denevi, Cartas peligrosas y otros cuentos, 1966)
-Thaddeus, voy a matarte.
-Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz.
-¿Cuándo he bromeado yo?
-Nunca, es verdad.
-¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
-¿Y cómo me matarás? -siguió riendo Thaddeus Smithson.
-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sisema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla librado de ser una asesina. (Marco Denevi, Cartas peligrosas y otros cuentos, 1966)
La signora Smithson, di Londra (queste storie accadono sempre fra inglesi) decise di ammazzare suo marito per il solo motivo che era stanca di lui dopo cinquanta anni di matrimonio. Glielo disse:
-Thaddeus, ti ucciderò.
-Tu stai scherzando, Euphemia -rise l’infelice.
-Quando mai ho scherzato?
-Mai, è vero.
-Perché dovrei scherzare ora e proprio in una faccenda così seria?
-E come mi ucciderai? -continuò Thaddeus Smithson ridendo.
-Ancora non lo so. Magari mettendoti tutti i giorni una piccola dose di arsenico nel cibo. Magari allentando una parte del motore dell’automobile. Oppure ti farò rotolare per le scale, approfitterò di quando sei addormentato per sfondarti il cranio con un candelabro d’argento, collegherò un filo elettrico alla vasca da bagno. Poi vedremo.
Il signor Smithson comprese che sua moglie non scherzava. Perse il sonno e l’appetito. Si ammalò di cuore, al sistema nervoso e alla testa. Sei mesi dopo morì. Euphemia Smithson, che era una moglie compassionevole, ringraziò Dio di averle evitato d’essere un’assassina.
-Thaddeus, ti ucciderò.
-Tu stai scherzando, Euphemia -rise l’infelice.
-Quando mai ho scherzato?
-Mai, è vero.
-Perché dovrei scherzare ora e proprio in una faccenda così seria?
-E come mi ucciderai? -continuò Thaddeus Smithson ridendo.
-Ancora non lo so. Magari mettendoti tutti i giorni una piccola dose di arsenico nel cibo. Magari allentando una parte del motore dell’automobile. Oppure ti farò rotolare per le scale, approfitterò di quando sei addormentato per sfondarti il cranio con un candelabro d’argento, collegherò un filo elettrico alla vasca da bagno. Poi vedremo.
Il signor Smithson comprese che sua moglie non scherzava. Perse il sonno e l’appetito. Si ammalò di cuore, al sistema nervoso e alla testa. Sei mesi dopo morì. Euphemia Smithson, che era una moglie compassionevole, ringraziò Dio di averle evitato d’essere un’assassina.