Propiedades de un sillón / Propietà di una poltrona

En casa del Jacinto hay un sillón para morirse. Cuando la gente se pone vieja, un día la invitan a sentarse en el sillón, que es un sillón como todos pero con una estrellita plateada en el centro del respaldo. La persona invitada suspira, mueve un poco las manos como si quisiera alejar la invitación y después va a sentarse en el sillón y se muere.
Los chicos, siempre traviesos, se divierten en engañar a las visitas en ausencia de la madre, y las invitan a sentarse en el sillón. Como las visitas están enteradas, pero saben que de eso no se debe hablar, miran a los chicos con gran confusión y se excusan con palabras que nunca se emplean cuando se habla con los chicos, cosa que a éstos los regocija extraordinariamente. Al final las visitas se valen de cualquier pretexto para no sentarse, pero más tarde la madre se da cuenta de lo sucedido y a la hora de acostarse hay palizas terribles.
No por eso escarmientan, de cuando en cuando consiguen engañar a alguna visita cándida y la hacen sentarse en el sillón. En esos casos los padres disimulan, pues temen que los vecinos lleguen a enterarse de las propiedades del sillón y vengan a pedirlo prestado para hacer sentar a una u otra persona de su familia o amistad. Entre tanto los chicos van creciendo y llega un día en que sin saber por qué dejan de interesarse por el sillón y las visitas.
Más bien evitan entrar en la sala, hacen un rodeo por el patio, y los padres, que ya están muy viejos, cierran con llave la puerta de la sala y miran atentamente a sus hijos como queriendo leer-su-pensamiento. Los hijos desvían la mirada y dicen que ya es hora de comer o de acostarse. Por las mañanas el padre se levanta el primero y va siempre a mirar si la puerta de la sala sigue cerrada con llave, o si alguno de los hijos no ha abierto la puerta para que se vea el sillón desde el comedor, porque la estrellita de plata brilla hasta en la oscuridad y se la ve perfectamente desde cualquier parte del comedor. (Julio Cortázar, Historia de cronopios y de famas, 1962)
In casa di Jacinto c’è una poltrona per morire. Quando la gente invecchia, un giorno la invitano a sedersi sulla poltrona, che è una poltrona come tutte le altre ma con una piccola stella argentata al centro dello schienale. La persona invitata sospira, muove un poco le mani come se volesse allontanare l’invito, poi va a sedersi sulla poltrona e muore.
I bambini, sempre discoli, si divertono in assenza della madre ad ingannare i visitatori e li invitano a sedersi sulla poltrona. Poiché i visitatori ne sono informati ma sanno che di ciò non si deve parlare, guardano molto confusi i bambini e si scusano con parole che non si usano mai quando si parla con i bambini, cosa questa che li diverte straordinariamente. Alla fine i visitatori si servono di qualsiasi pretesto per non sedersi, ma più tardi la madre si rende conto di quanto è successo e al momento di andare a letto ci sono scapaccioni terribili.
Non per questo imparano la lezione, e di quando in quando riescono ad ingannare qualche visitatore ingenuo e lo fanno sedere sulla poltrona. In questi casi i genitori fanno finta di niente perché temono che i vicini vengano a sapere delle proprietà della poltrona e la chiedano in prestito per farvi sedere una qualche persona della famiglia o degli amici. Nel frattempo i bambini crescono e arriva il giorno in cui senza sapere perché smettono di interessarsi alla poltrona e ai visitatori.
Preferiscono piuttosto evitare di entrare nel salotto, fanno un giro attraverso il patio e i genitori, che sono già molto vecchi, chiudono a chiave la porta del salotto e osservano attentamente i loro figli come se volessero leggerne il pensiero. I figli evitano lo sguardo e dicono che ormai è ora di mangiare o di andare a letto. Tutte le mattine il padre si alza per primo e va sempre a vedere se la porta del salotto sia sempre chiusa a chiave o se qualcuno dei figli non abbia aperto la porta affinché si veda la poltrona dalla sala da pranzo, dal momento che la piccola stella argentata brilla persino nell’oscurità e la si vede perfettamente da qualunque punto della sala da pranzo.

Traduzione di Laura Ferruta
 

Las lineas de la mano / Le linee della mano

De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hacia el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola. (Julio Cortázar, Historia de cronopios y de famas, 1962)
Da una lettera abbandonata sulla tavola esce una linea che corre sull’asse di pino e scende lungo una gamba. Basta osservare bene per scoprire che la linea continua lungo il pavimento di parqué, risale per il muro, entra in una stampa che riproduce un quadro di Boucher, disegna la schiena di una donna china su un divano, e infine scivola via dalla camera per il soffitto e seguendo il parafulmine scende fino alla strada. Qui è difficile seguirla a causa del traffico, ma con un po’ di attenzione la si vedrà salire sulla ruota dell’autobus fermo all’angolo e che conduce al porto. Là scende lungo la calza di nailon della passeggera piú bionda, entra nel territorio ostile delle dogane, si arrampica e scende e serpeggia fino al molo principale, e qui (ma è difficile scorgerla, solo i topi la seguono per salire a bordo) sale sulla nave dalle turbine sonore, corre per i tavolati della coperta di prima classe, evita con difficoltà il boccaporto principale, e in una cabina dove un uomo triste beve cognac e ascolta la sirena della partenza, rimonta lungo la cucitura del calzone, lungo il gilè di maglia, scivola fino al gomito, e con un ultimo sforzo si rifugia nel palmo della mano destra, che in quell’istante comincia a chiudersi sul calcio di una pistola.

Traduzione di Laura Ferruta
 

Los dos reyes y los dos laberintos / I due re e i due labirinti

Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: ““¡Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.” Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con Aquél que no muere. (Jorge Luis Borges, El Aleph, 1949)
Raccontano gli uomini degni di fede (ma Allah sa di più) che nei tempi antichi ci fu un re delle isole di Babilonia che riunì i suoi architetti e i suoi maghi e comandò loro di costruire un labirinto tanto complesso e ingegnoso che gli uomini più prudenti non si avventuravano a entrarvi, e quelli che vi entravano si perdevano. Quella opera era uno scandalo, perché confusione e meraviglia sono operazioni proprie di Dio e non degli uomini. Con l’andare del tempo venne alla sua corte un re degli arabi, e il re di Babilonia (per burlarsi della semplicità del suo ospite) lo fece entrare nel labirinto dove vagò offeso e confuso fino allo scendere della sera. Allora implorò il soccorso divino e trovò la porta. Le sue labbra non proferirono alcun lamento, ma disse al re di Babilonia che egli aveva in Arabia un altro labirinto e che, a Dio piacendo, glielo avrebbe fatto conoscere un giorno. Poi ritornò in Arabia, riunì suoi capitani e i suoi emiri e devastò i regni di Babilonia con così buona fortuna che rase al suolo i suoi castelli, disperse le sue genti e fece prigioniero lo stesso re. Lo legò sopra un cammello veloce e lo portò nel deserto. Cavalcarono per tre giorni, e gli disse: “Oh, re del tempo e sostanza e cifra del secolo! In Babilonia mi volesti perdere in un labirinto di bronzo con molte scale, porte e muri; ora l’Onnipotente ha voluto che io ti mostrassi il mio, dove non ci sono scale da salire, né porte da forzare, né faticose gallerie da percorrere, né muri che vietino il passo.” Poi gli sciolse i legacci e lo abbandonò in mezzo al deserto, dove morì di fame e di sete. La gloria sia con colui che non muore.

Traduzione di Laura Ferruta
 

La trama

Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena. (Jorge Luis Borges, El hacedor, 1960)
Affinché l’orrore sia perfetto, Cesare, braccato ai piedi della statua dagli impazienti pugnali dei suoi amici, scopre tra fra le facce e le armi quella di Marco Bruto, suo protetto, forse suo figlio, e più non si difende ed esclama: Anche tu, figlio mio! Shakespeare e Quevedo raccolgono il patetico grido.
Al destino piacciono le ripetizioni, le variazioni, le simmetrie; diciannove secoli dopo, nel sud della provincia di Buenos Aires, un mandriano viene aggredito da altri mandriani e cadendo riconosce un suo figlioccio e gli dice con aria di dolce rimprovero e lenta sorpresa (queste parole bisogna sentirle, non leggerle): Ma, ehi! Lo uccidono e non sa che muore perché si ripeta una scena.

Traduzione di Laura Ferruta
 

Borges y yo / Borges e io

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo xviii, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mi podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página. (Jorge Luis Borges, El hacedor, 1960)
E’ all’altro, a Borges, che accadono le cose. Io cammino per Buenos Aires e indugio, ormai forse meccanicamente, a guardare l’arco di un atrio e la porta su un cortile; di Borges ho notizie attraverso la posta e vedo il suo nome in una terna di professori o in un dizionario biografico. Mi piacciono gli orologi a sabbia, le mappe, la stampa del secolo XVIII, le etimologie, il sapore del caffè e la prosa di Stevenson; l’altro condivide queste preferenze, ma in una maniera vanitosa che le trasforma in attributi d’un attore. Sarebbe esagerato affermare che la nostra relazione è di ostilità; io vivo, mi lascio vivere, perché Borges possa tramare la sua letteratura e questa letteratura mi giustifica. Non mi costa nulla riconoscere che ha scritto alcune pagine valide, ma quelle pagine non possono salvarmi, forse perché ciò che è buono non appartiene più a nessuno, neppure all’altro, ma al linguaggio o alla tradizione. D’altronde, io sono destinato a perdermi, definitivamente, e solo qualche istante di me potrà sopravvivere nell’altro. Poco a poco vado cedendogli tutto, sebbene conosca la sua abitudine perversa di falsificare e di ingrandire. Spinosa comprese che tutte le cose vogliono perseverare nel loro essere; la pietra eternamente vuol essere pietra e la tigre, tigre. Io devo rimanere in Borges, non in me (se mai sono qualcuno), ma mi riconosco meno nei suoi libri che in molti altri o nell’elaborato arpeggio di una chitarra. Anni fa cercai di liberarmi di lui e passai dalle mitologie dei sobborghi ai giochi con il tempo e con l’infinito, ma questi giochi ora sono di Borges e dovrò ideare altre cose. Così la mia vita è una fuga e io perdo tutto e tutto è dell’oblio, o dell’altro.
Non so chi dei due scrive questa pagina.

Traduzione di Laura Ferruta
 

Father and son

Siempre me disgustó la clarividencia de mi padre para estropearme la vida, perturbar mis quehaceres o arruinar un instante feliz. Como esta noche en que he plantado a una linda compañera de oficina porque papá se está muriendo en un hospital de la ciudad. Sólo él es capaz de ponerse grave así de improviso, a más de tres horas de camino y en una noche lluviosa, incendiada de relámpagos.
A través de la ondulante carretera entreveo los años que pasamos juntos, adelantando siempre y discutiendo en todas las curvas. Tras el parabrisas anegado de lágrimas evoqué aquellos años infantiles, cuando admiraba su estatura y me sentía realmente protegido entre sus brazos, con las luces altas y muy tenso el cinturón de seguridad. Pero ninguno de los dos fue capaz de superar la enfermedad de mamá, que sobrevino mortal como un accidente a cientos de kilómetros por hora.
Yo presentía que hallarle aún con vida no dependía del azar, sino de la velocidad que era capaz de alcanzar, de la escasa ternura que todavía guardaba para él, de esos dulces recuerdos que ya eran más borrosos que el propio camino. En realidad quería ir cada vez más rápido, recorrer la distancia que siempre nos había separado y esquivar en el tiempo la escena primaria de nuestra ruptura. Sin embargo, como nunca he sido generoso me encendí de rencor y aceleré enfurecido hasta derrapar en los acantilados de la memoria. Viviendo nunca le perdoné. Muriendo tampoco.
Llevo más de una hora en el depósito de cadáveres del hospital y por fin le han bajado. No puedo verle por culpa del sudario, pero siento la densidad de su presencia, la indiferencia de su rigidez. Si algún curioso nos descubriera me gustaría que no sintiera lástima por nosotros, pues sólo somos dos muertos con el mismo nombre. (Fernando Iwasaki, Ajuar funerario, 2004).
Mi ha sempre infastidito la perspicacia di mio padre nel guastarmi la vita, sconvolgere le mie faccende o rovinarmi un istante felice. Come questa notte in cui ho piantato una bella collega d’ufficio perché papà sta morendo in un ospedale della città. Solo lui è capace di aggravarsi così all’improvviso, a più di tre ore di distanza e in una notte piovosa attraversata da lampi.
Lungo la strada serpeggiante intravvedo gli anni che passammo insieme, sempre accelerando e discutendo a tutte le curve. Dietro il parabrezza annegato di lacrime ho evocato quegli anni infantili quando ammiravo la sua statura e mi sentivo realmente protetto fra le sue braccia, con i fari abbaglianti accesi e la cintura di sicurezza molto stretta. Ma nessuno dei due fu capace di superare la malattia della mamma che sopravvenne mortale come un incidente a centinaia di chilometri all’ora.
Io presentivo che trovarlo ancora in vita non dipendeva dal caso, ma dalla velocità che ero capace di raggiungere, dalla scarsa tenerezza che ancora provavo per lui, da quei dolci ricordi che erano ormai più sfocati della strada stessa. In realtà volevo andare ogni volta più veloce, percorrere la distanza che ci aveva sempre separato e scansare nel tempo la scena prima della nostra rottura. Tuttavia, poiché non sono mai stato generoso, avvampai di rancore e accelerai furioso fino a sbandare nelle scogliere della memoria. Da vivo non l’ho mai perdonato. Neanche da morto.
Sono da più di un’ora nella camera mortuaria dell’ospedale e finalmente lo hanno portato giù. Non posso vederlo per colpa del sudario, ma sento la consistenza della sua presenza, l’indifferenza della sua rigidità. Se qualche curioso ci scoprisse mi piacerebbe che non provasse pena per noi, in fondo siamo solo due morti con lo stesso nome.

Tradotto da Laura Ferruta
 

Peter Pan

Cada vez que hay luna llena yo cierro las ventanas de casa, porque el padre de Mendoza es el hombre lobo y no quiero que se meta en mi cuarto. En verdad no debería asustarme porque el papá de Salazar es Batman y a esas horas debería estar vigilando las calles, pero mejor cierro la ventana porque Merino dice que su padre es Joker, y Joker se la tiene jurada al papá de Salazar.
Todos los papás de mis amigos son superhéroes o villanos famosos, menos mi padre que insiste en que él sólo vende seguros y que no me crea esas tonterías. Aunque no son tonterías porque el otro día Gómez me dijo que su papá era Tarzán y me enseñó su cuchillo, todo manchado con sangre de leopardo.
A mí me gustaría que mi padre fuese alguien, pero no hay ningún héroe que use corbata y chaqueta de cuadritos. Si yo fuera hijo de Conan, Skywalker o Spiderman, entonces nadie volvería a pegarme en el recreo. Por eso me puse a pensar quién podría ser mi padre.
Un día se quedó frito leyendo el periódico y lo vi todo flaco y largo sobre el sofá, con sus bigotes de mosquetero y sus manos pálidas, blancas como el mármol de la mesa. Entonces corrí a la cocina y saqué el hacha de cortar la carne. Por la ventana entraban la luz de la luna y los aullidos del papá de Mendoza, pero mi padre ya grita más fuerte y parece un pirata de verdad. Que se cuiden Merino, Salazar y Gómez, porque ahora soy el hijo del Capitán Garfio. (Fernando Iwasaki, Ajuar funerario, 2004)
Ogni volta che c’è luna piena io chiudo le finestre di casa perché il padre di Mendoza è l’uomo lupo e non voglio che entri in camera mia. In realtà non dovrei spaventarmi perché il padre di Salazar é Batman e a quest’ora dovrebbe star sorvegliando le strade, ma è meglio che chiuda la finestra perché Merino dice che suo padre è Joker, e Joker gliela ha giurata al papà di Salazar.
Tutti i papà dei miei amici sono supereroi o cattivi famosi, meno mio padre che si ostina a dire che lui vende solo assicurazioni e che io non devo credere a queste sciocchezze. Anche se non sono sciocchezze perché l’altro giorno Gómez mi ha detto che suo papà era Tarzan e mi ha mostrato il suo coltello, tutto macchiato di sangue di leopardo.
A me piacerebbe che mio padre fosse qualcuno, ma non c’è nessun eroe che usi la cravatta e la giacca a quadretti. Se io fossi figlio di Conan, Skywalker o Spiderman, nessuno mi picchierebbe durante la ricreazione. Per questo ho cominciato a pensare a chi potrebbe essere mio padre.
Un giorno si addormentò leggendo il giornale e io lo vidi magro e lungo sopra il sofà, con i suoi baffi da moschettiere e le sue mani pallide, bianche come il marmo della tavola. Allora corsi in cucina e tirai fuori il grosso coltello per tagliare la carne. Dalla finestra entravano la luce della luna e gli ululati del papà di Mendoza, però mio padre ormai grida più forte e sembra veramente un pirata. Stiano ben attenti Merino, Salazar e Gómez, perché ora sono il figlio di Capitan Uncino.

Tradotto da Laura Ferruta
 

Día de difuntos / Giorno dei morti

Cuando llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras.
–Pero mamá, tú estás muerta.
–Tú también, mi niño.
Y nos abrazamos desconsolados. (Fernando Iwasaki, Ajuar funerario, 2004)
Quando arrivai alla camera mortuaria incontrai sulle scale mia madre vestita a lutto.
-Ma mamma tu sei morta.
-Anche tu, bambino mio.
E ci abbracciammo sconsolati.

Tradotto da Laura Ferruta
 

La burocracia 1 / La burocrazia 1

En tiempos de la dictadura militar, a mediados de 1973, un preso político uruguayo, Juan José Noueched, sufrió una sanción de cinco días: cinco días sin visita ni recreo, cinco días sin nada, por violación del reglamento. Desde el punto de vista del capitán que le aplicó la sanción, el reglamento no dejaba lugar a dudas. El reglamento establecía claramente que los presos debían caminar en fila y con ambas manos en la espalda. Noueched había sido castigado por poner una sola mano en la espalda.
Noueched era manco.
Había caído preso en dos etapas. Primero había caído su brazo. Después, él. El brazo cayó en Montevideo. Noueched venía escapando a todo correr cuando el policía que lo perseguía alcanzó a pegarle un manotón, le gritó: ¡Dése preso! y se quedó con el brazo en la mano. El resto de Noueched cayó un año y medio después, en Paysandú.
En la cárcel, Noueched quiso recuperar su brazo perdido.
Funcionario: Haga una solicitud.
Él explicó que no tenía lápiz.
Funcionario: Haga una solicitud de lápiz.
Entonces tuvo lápiz, pero no tenía papel:
Funcionario: Haga una solicitud de papel.
Cuando por fin tuvo lápiz y papel, formuló su solicitud de brazo. Al tiempo, le contestaron. Que no. No se podía: el brazo estaba en otro expediente. A él lo había procesado la justicia militar. Al brazo, la justicia civil. (Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, 1989)
Ai tempi della dittatura militare, verso la metà del 1973, un prigioniero politico uruguayano, Juan José Noueched, subì una sanzione di cinque giorni: cinque giorni senza visite e senza ora d’aria, cinque giorni senza niente, per aver violato il regolamento. Secondo il punto di vista del capitano che aveva applicato la sanzione, il regolamento non lasciava adito a dubbi. Il regolamento stabiliva chiaramente che i detenuti dovevano camminare in fila, con entrambe le mani dietro la schiena. Noueched era stato punito per aver messo una mano sola dietro la schiena.
Noueched era monco.
Era stato catturato in due volte. Prima il suo braccio. Poi lui. Il braccio era stato catturato a Montevideo. Noueched stava fuggendo di gran corsa quando il poliziotto che l’inseguiva riuscì ad appioppargli un ceffone e gli urlò: Sei in arresto! e si trovò col braccio in mano. Quello che rimaneva di Noueched fu catturato un anno e mezzo dopo, a Paysandú.
Una volta in carcere, Noueched volle ricuperare il braccio perduto.
Funzionario: Faccia un’istanza.
Lui spiegò che non aveva una matita.
Funzionario: Faccia istanza per una matita.
Così ebbe una matita, ma non aveva la carta.
Funzionario: Faccia istanza per la carta.
Quando alla fine ebbe carta e matita, fece istanza per avere il braccio. A tempo debito, gli risposero. No. Non si poteva: il braccio si trovava in un altro incartamento. Lui era stato processato dalla giustizia militare. Il braccio dalla giustizia civile.

Tradotto da Laura Ferruta
 

Dicen las paredes 5 / Dicono i muri 5

En la Facultad de Ciencias Económicas, en Montevideo: La droga produce amnesia y otras cosas que no recuerdo.
En Santiago de Chile a orillas del río Mapocho: Bienaventurados los borrachos, porque ellos verán a Dios dos veces.
En Buenos Aires, en el barrio de Flores: Una novia sin tetas más que novia es un amigo. (Eduardo Galeano, El libro de loz abrazos, 1989)
Alla facoltà di Scienze Economiche di Montevideo: La droga provoca amnesia e altre cose che non ricordo.
A Santiago del Cile, in riva al fiume Mapocho: Beati gli ubriachi, perché vedranno Dio due volte.
A Buenos Aires, nel quartiere Flores: Una fidanzata senza tette più che una fidanzata è un amico.

Tradotto da Laura Ferruta